I CHING

La Gran Enciclopedia Larousse, en el artículo de su instrucción circular correspondiente a Yi King, lo expone como: "Uno de los cinco libros canónicos o clásicos chinos, reconocido por los confucionistas y los taoistas. Los filósofos de la época Song, en los siglos XI-XIII, basaron en él sus especulaciones metafísicas. Está constituido por una serie de sesenta y cuatro hexagramas. Se le añadieron algunos apéndices, entre ellos Hits`é, donde aparecen por primera vez, con sentido filosófico, las nociones de yin y yang."

Jorge Luis Borges, que lo reconoce en el primer estímulo para su personal definición del hondo concepto de clásico, coadyuvado por la virtud de generaciones de sabios, al cabo de tal labor ya no sólo para sí así lo confirma y fija prototípicamente. Bajo la custodia de "El Guardián de los Libros", en el anaquel que corresponde a templos y jardines, a la recta música y las rectas palabras, se encontraría siempre con los 64 hexagramas. En 1976, contribuyó al hermoseo de la edición que publicara Edhasa (traducción de Richard Wilhelm, por D.J. Vogelman), con el bello poema "Para una versión del I King".

Hermann Hesse: "Estuve antes inspirado por la sabiduría China que por los Upamishads o el Veda. El Yijing puede transformar la vida."

"Comunes denominadores del Yi Ching y de la física nuclear en la comprensión del universo." Ha dicho W. C. Smith, director del centro de estudios de las religiones mundiales en Harvar University. En semejantes términos se ha expresado también el notable divulgador Alfred Douglas, a través de publicaciones de la Berkeley Publishing Corporatión.

El providencial ministerio oracular y sapiencial de la cultura humana que fuera concebido por la primera dignidad gubernativa del Celeste Imperio (Fu Hsi) –a la par que fundamentaba el imperio-, para proveer entre los hombres la posibilidad de ordenarse armónicamente con la clara virtud de lo Alto, cuenta en su ancestral galería conformadora con las excelencias del rey Wen (fundador de la dinastía de los Chou), y con la de su hijo el duque de Chou, en función de cuyas virtudes adquiriría su conocida estructura hexaria y forma literal de libro; con la posterior de Kung Tse, exegética recopilación, alas, y vuelo universal.

Ya en coetánea actualidad, la milenaria tradición, de mano del sabio Lao Nai Süan, fletará el dragón con el que el venerable maestro occidental, R. Wilhelm, sobrevolará el puente que definitivamente lo uniría a estas tierras. Apenas en el ámbito de la foránea orilla, otro gran hombre de la élite cultural anfitriona, Carl Gustav Jung, en el prólogo de la versión del recién vuelto amigo, interpelará a la propia obra respecto de, "¿cómo ve su futuro en Occidente?".